El grito sordo de los pueblos del silencio

Los pueblos se nos mueren, y con ellos un mundo único, auténtico. Bajo sus escombros, oculta por el desamparo de las hiedras salvajes, agoniza una cultura milenaria forjada de triunfos y fracasos, exquisitamente encajada en un entorno natural donde logró una supervivencia de siglos gracias a la perfecta adaptación al medio de sus explotaciones agrícolas y ganaderas ejemplares.

Antaño rebosantes de multicolores sonidos, esos pueblos maravillosos se cubren cada vez más con un espeso manto de silencio, de incomprensión, de olvido. Muchos sólo reviven estacionalmente durante el verano, pero esa vida es artificial, de veraneantes, de ancianos nostálgicos deseosos de regresar al origen de sus raíces en esos meses más cálidos, antes de volver en otoño al piso del hijo o a la frialdad de la residencia.

El despoblamiento del medio rural es ya un fenómeno imparable. Apenas un tres por ciento de la población española se concentra en la actualidad en pueblos de menos de mil habitantes. Oficialmente, más de 3.000 pequeños núcleos se encuentran abandonados en España. Otros muchos se han transformado en urbanizaciones rurales donde la gente se empadrona sólo para lograr algún beneficio fiscal, pero trabajan y socializan en las ciudades.

Los escasos niños se ven obligados a maratonianas jornadas de autobús para llegar a colegios comarcales demasiado lejanos. Los jóvenes se marchan atraídos por ese mundo urbano cada vez más globalmente imitado, pero también ante la falta de recompensas y de estímulos laborales para poder quedarse. La búsqueda de una mejora en la calidad de vida les lleva a metrópolis cada vez más congestionadas donde precisamente escasea esa calidad anhelada; hacia un camino sin retorno pues, a pesar de las dificultades, la vuelta al campo se torna luego algo imposible.

Este abandono no es tan sólo un problema social. El despoblamiento del campo lleva aparejado la degradación del medio natural. Resulta hoy incuestionable la importancia del mundo rural en la conservación de la naturaleza, y en especial la positiva actividad que ejercen agricultores y ganaderos en la gestión del territorio, así como su papel protagonista como generadores y custodios de su rica biodiversidad.

La cultura pastoril, las razas autóctonas, las huertas, la agricultura de montaña y el paisaje que estas actividades tradicionales generan son señas de identidad y patrimonio de la Humanidad, y como tal deben ser conservados. El esfuerzo de sus mantenedores debe ser reconocido. Y también por lo mismo pagado, pues ningún dinero irá mejor dirigido a la protección de la naturaleza y la cultura que el invertido en los pueblos.

César-Javier Palacios
Fundación Félix Rodríguez de la Fuente

4 comentarios:

Abilio dijo...

No tardaremos mucho en arrepentirnos de haber concentrado a la gente en grandes ciudades y haber despoblado el campo. Lo pagaremos, sin ninguna duda, creo que ya lo estamos pagando.

MarcosPla dijo...

Hola,estoy de acuerdo en el error de la masificación de las ciudades, pero creo que también lo es idealizar a la sociedad rural clásica. La agricultura y la ganadería clásicas han sido las bestias negras de nuestra superficie forestal a lo largo de la historia. ¿O como sino se explica la pérdida de nuestros bosques antes de la era industrial y continuando en ella?
'El despoblamiento del medio natural lleva aparejado la degradación del medio natural'
¿De verdad la ausencia de gente perjudica a la Naturaleza? Ni la más mínima experiencia particular, ni lo que he leído al respecto corroboran esta frase. La Universidad Politécnica de Valencia hablaba de la recuberación de los bosques castellonenses hace poco justamente debido al abandono de las actividades tradicionales. Lo mismo decía un estudio a nivel europeo.

Así que masificación de las ciudades no, abandono de los pueblos tampoco,una vez más creo que en la sostenibilidad está la clave.

Muchas gracias

Abilio dijo...

La "sostenibilidad", que gran palabra, por cierto, ahora tan en boca de todos. ¿Alguien puede hacerme un decálogo de las medidas que habría que tomar para hacer un país como el nuestro sostenible? Lo digo porque a mí se me escapa.

Anónimo dijo...

La interaccion del ser humano y la naturaleza, és y sera siempre una relacion de amor/odio, pero alcanzar un eqilibrio en ese aspecto és imprescindible y necessario. Y ese equilibrio (para mi) no se puede alcanzar desde las grandes urbes y los fines de semana de turismo rural...
Necesitamos un medio rural vivo, una cultura rural valorada y el derecho de permanecer en los pueblos de manrea digna

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