La ciencia | Gustavo Duch


Hay investigaciones vitales para el curso de la humanidad.

Hay investigaciones caprichosas, que responden a inquietudes minoritarias

Hay investigaciones interesantes. Pero también las hay interesadas, que antes de empezar, ya saben que resultado tienen que obtener, diga lo que diga el tubo de ensayo.

Y hay investigaciones sorprendentes, como la realizada por Joe Staton del Museo de Zoología Comparada de Harvard, que ha llegado a la conclusión que la carne de iguana; los filetes de  serpiente, salamandras, sapos y tortugas; los muslos de palomas, codornices y patos; los solomillos de cocodrilo; y ¡la carne de tiranosaurios rex!, saben todas igual. Todas saben a carne de pollo.

¿Pero cómo pudo el científico llegar a este resultado, si a estas alturas de la alimentación industrializada,  la carne de pollo no sabe a pollo?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante reflexión pero...me falta alguna referencia más al estudio del tal Joe Staton...la verdad

Antonio J. Aguirre dijo...

No he tenido la oportunidad de poder probar la carne de T.Rex, pero si el cocodrilo, la rana, etc... Si bien es cierto que visualmente pueden parecer carne de pollo, la realidad es que su sabor es bien distinto.
Esto me ha hecho recordar, que en los países anglosajones tienen una especie de "coña"; un frase típica que dicen siempre que prueban alguna carne exótica y es el "Tastes like chicken...". Supongo que ese estudio que comentas será también parte del chiste.
Por lo demás, he de darte la razón. Cualquier parecido entre el sabor de un auténtico pollo de corral, con el de esos pseudo-alimentos que encontramos en bandejas de porexpan y etiquetadas como carne de pollo es mera coincidencia.

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