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Malos tiempos para el lobo | César-Javier Palacios
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Dices lobo y piensas automáticamente en Félix Rodríguez de la Fuente. Ves al hermoso cánido salvaje corriendo hacia un ocaso encendido mientras suenan poderosos los timbales de “El Hombre y la Tierra”. Sueñas con verlo alguna vez en el campo, confiado en que esté ahora más cuidado que antes, cuando era perseguido con saña, con venenos y fuego. Extinguirlo era entonces el lema. Pero llegó el naturalista y nos cambió la mentalidad a todos. Había que protegerlo, aunque recordad sus palabras: “Que el lobo viva donde pueda y donde deba vivir, para que en las noches españolas no dejen de escucharse sus hermosos aullidos”.
Es verdad. No existe nada más mágico, más espectacular, que escuchar los aullidos del lobo rompiendo el silencio de la noche. Y sin embargo, qué difícil es oírlo.
¿Está ahora más protegido el lobo que en los tiempos de Félix? Aparentemente sí, pero en la práctica no. La razón es sencilla, el hombre del campo lo sigue odiando. Y las administraciones no tienen muy claro cómo gestionar esta especie, siempre en su posición imposible de querer dar gusto a todos sin dejar conforme a nadie.
Castilla y León, la región natal del llorado naturalista, el primer lugar donde tuvo la oportunidad de fondear en el misterio de los ambarinos ojos del bello animal, es donde más lobos hay de Europa y donde peor se les trata. Este año se han reducido allí hasta un 13% los grupos reproductores con respecto al año pasado. La razón es clara. Paralelamente a su hundimiento poblacional se ha triplicado el furtivismo, los lazos y en especial el uso de los venenos.
En Valladolid la población lobuna ha descendido un 35% por culpa principalmente del furtivismo, pues por cada lobo cazado legalmente mueren 14 ilegalmente. Su supuesta expansión, más que un aumento, está producida por una huída, pues las densidades son cada vez menores. Y sus exigencias alimenticias cada vez más bajas, como en Palencia, donde el 80% de su dieta proviene de carroñas y basuras.
Todos los daños que los lobos provocan al año a la ganadería española tiene un coste inferior a construir 250 metros de autovía, 100 veces menos que las muertes de ovejas por reacción a las vacunas.
Cuenta la leyenda que una vez la luna se enredó en un árbol y un lobo se puso a jugar con ella, arrancándola de su eterna soledad. Pero el animal se fue y la luna, indignada, le robó su sombra. De ahí que le aúlle al astro por las noches pidiéndole que se la devuelva. O acabará como Peter Pan, corriendo detrás de ella en busca de un futuro sin odios, venenos ni escopetas.
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Foto: Lobos abatidos en una cacería ilegal en Castilla y León (ASCEL)
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