La degradación general de los ecosistemas es un hecho en la mayor parte del planeta. Por ejemplo, el uso intensivo del suelo por la agricultura convencional, además de agotar este recurso, suele contaminar sustratos y acuíferos al utilizar plaguicidas y aumentar exponencialmente la concentración natural de nitratos en el terreno. El aumento de las temperaturas, la contaminación, la superpoblación, el cambio de los períodos de las precipitaciones y la cantidad de estas contribuyen, entre otros, a la degradación de los ecosistemas -tanto terrestres como acuáticos- incrementando la complejidad del problema.
Uno de los efectos más visibles de la degradación de los ecosistemas es la proliferación de las especies invasoras, vegetales o animales. En Europa se han censado más de 10.000 especies exóticas; unas 1.400 en España. Para hacerse una idea de este problema la Estrategia de la Unión Europea sobre Especies Invasoras ha estimado en unos 20.000 millones de euros anuales el coste que conlleva la invasión de estas especies. Cuando se habla de este tema se suele pensar en especies alóctonas, es decir, ajenas a la región en la que se encuentran; suelen destacar por su exotismo y nos llaman la atención. Sin embargo, la mayor parte son especies autóctonas pero que han proliferado más allá de sus hábitats naturales. La ortiga o la jara son casos bien conocidos.
La invasión creciente de una serie de especies provoca en el medio ambiente serios trastornos en casi todos los niveles tróficos. El ser humano ha modificado desde el principio de los tiempos su entorno, acentuando esta tendencia a partir de la implantación de la agricultura y la ganadería en los comienzos de la civilización y agudizándola en la era industrial. Una parte de los seres vivos se han adaptado como han podido a las cambiantes circunstancias producidas por los humanos -en un período de tiempo muy corto si hablamos en términos evolutivos-. Otra fracción ha sucumbido y se ha extinguido. Las especies que se denominan invasoras, exóticas o no, tan solo han aprovechado unas circunstancias que les han resultado favorables. Muchas son especies generalistas, suelen ser poco exigentes con los diversos parámetros ambientales y, por otra parte, el medio antrópico les resulta un hábitat excelente para desarrollarse.
Esto conlleva una reducción del número de especies en la biosfera, tanto de flora como de fauna. Ha disminuido considerablemente la diversidad biológica en la Tierra por el simple hecho de que unas pocas especies ocupan y dominan los diversos hábitats. Algunos autores explican que todo ello ha desembocado en una uniformización, una homogenización biótica, a escala planetaria: cada vez hay menos especies y las que prosperan son cada vez más ubicuas ante la falta de competencia.
Para el hombre y para la naturaleza, la pérdida de esta diversidad biótica conlleva unas consecuencias difíciles de analizar por la envergadura y la complejidad del asunto. Y, además, da la desagradable impresión que tal homogenización se da a todos los niveles actualmente: en la naturaleza, en el sistema político, en el económico, en el pensamiento y hasta en la forma de ser de cada uno.
5 ene 2011
9:05
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Muy buen blog, que razon llevas al hablar de las especies intrusas.
un saludo, nos hacemos seguidores.
http://www.rinconesnaturalessuroestesalmantino.blogspot.com/
Ole, por todos los esfuerzos en divulgación, este es un tema medioambiental del que se habla poco a nivel del publico general, y para ayudar a mejorar las cosas creo es bueno una mayor información a ese nivel sobre “esas plantas tan bonitas” a los lados de la carretera”, los costes que conllevan, que estrategias hay puestas en marcha a nivel de los diferentes estamentos gubernamentales…El conocimientos, la base para el cambio.
Ahoa que, paradigmatico de nuestros tiempos, que triunfe lo poco exigente...
Publicar un comentario