Las lunas mágicas no existen | Vicent Boix

        
De dioxinas y gallinas. Un medio informa que “La fuente del problema parece ser una planta en el norte de Alemania que produce una variedad de materiales utilizados tanto para la fabricación de forraje como para otros procesos industriales como producción de papel.”

Y es que lejos de los mundos de ficción que nos proyectan políticos y meigas, la realidad en las lunas desarrolladas es mucho más cruel y peligrosa de lo que la mayoría cree. Cambios climáticos, crisis energéticas, residuos, contaminación, pérdida de biodiversidad y ahora, un nuevo varapalo al prostituido y vilipendiado modelo alimentario que ha recorrido -más fruto de la desazón que de la gravedad intrínseca- los medios de comunicación del astro mágico.

Algunos podrán minimizar con soslayo la torpeza y otros rasgarse las vestiduras, pero si dentro de la lógica del sistema se contempla alimentar animales con forrajes creados en la misma factoría en donde se elaboran materias primas para productos industriales ¿De qué nos extrañamos cuando unas cuantas dioxinas mareadas por tanto ajetreo, se equivocan de saco y van a parar a las dietas de gallinas y cerdos que viven hacinados en granjas intensivas y que zampan desechos de cualquier tipo?

Antes fueron las vacas locas, los pollos belgas, gripes de diversa índole y cultivos transgénicos mareados que contaminan alimentos normales. Ahora son unas dioxinas impertinentes -y peligrosas- que nos golpean en la cara en pleno paseo por las avenidas de las lunas mágicas, modernas y globalizadas.

Esta nueva crisis alimentaria no es moco de pavo. Se ha hecho pública la existencia de gallinas en Alemania con un nivel de dioxinas el doble de lo permitido y que obligaron a cerrar 4.700 granjas como medida cautelar. Y la contaminación, en una Europa sin fronteras comerciales, se ha propagado a Países Bajos, Eslovaquia y Reino Unido.

Por si faltaba algo más en este despropósito agroalimentario de dimensiones lunares, en los mismos piensos se han encontrado niveles 164 veces más altos de lo permitido, de un pesticida llamado pentaclorofenol que desde 1989 está prohibido en Alemania. Según informan los medios, este agroquímico sí está tolerado en algunos países de Asia y América que lo utilizan en la soja que luego se incluye en piensos… ¿En la soja? ¿Será soja transgénica? ¿Pero las transnacionales interesadas y sus acólitos de la tecnociencia y la política, no nos decían que con los transgénicos se reducirían los impactos de los pesticidas? 

Y es que los que tengan más de 30 recordarán que antes coleccionábamos cromos, y ahora, por el contrario, coleccionamos crisis siendo la agroalimentaria una más a sumar a la financiera, a la económica, a la energética, a la climática, a la moral, a la social, a la laboral, etc. La realidad, en definitiva, nos sacude nuevamente y nos demuestra que el mundo que nos rodea y su realidad, llevan de serie un conjunto de limitaciones y problemas a los que habrá, más temprano que tarde, poner freno. La otra opción es seguir paseando por unas lunas mágicas que nos engullen, nos envenenan y nos abstraen, pero que en realidad no son más que sombras ficticias y cobardes. 

Vicent Boix
Escritor, autor del libro El parque de las hamacas y responsable de Ecología Social de Belianís. 

3 comentarios:

ocasion arval dijo...

Excelente tu blog. Muy completo!!!

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Muy buen artículo. Gracias por compartirlo!

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Articulo muy interesante!!!

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