La ponzoña del veneno

“Hay que acabar con esa ponzoña”, repetía una y mil veces Félix Rodríguez de la Fuente allí donde estuviera. En su riquísimo castellano, trufado de palabras únicas, llamaba ponzoña al veneno. ¡Qué genio del lenguaje! Según la Real Academia de la Lengua Española, ponzoña hace referencia a una sustancia nociva para la salud, pero también destructiva de la vida. Y eso son precisamente los cebos envenenados arrojados inconscientemente al campo para acabar con la vida de águilas, lobos, osos, linces, quebrantahuesos, alimoches, milanos: pura ponzoña. Indiscriminada y cruel, ilegal pero generalizada, estúpida.

La erradicación de la estricnina en el campo fue sin duda una de las mayores contribuciones de Félix Rodríguez de la Fuente a la preservación de la Naturaleza en España. Sus imágenes desgarradoras, terribles, de cómo la cadena del veneno pasaba entre terribles estertores de agonía de la urraca al zorro, y del zorro al buitre, lograron acabar con esa lacra en muy poco tiempo, antes incluso de que la ley lo prohibiera.

Pero el asesino silencioso, el terrible envenenador de nuestros montes, ha vuelto. Y con más energía si cabe que nunca. Regresa a lomos de la comodidad urbana, de emplear remedios rápidos y sencillos contra todo aquello que nos molesta en el campo, que reduce nuestro negocio. Para eliminar aquellos animales supuestamente perjudiciales para la caza o la ganadería; también los meramente incómodos como perros y gatos.

Ya no usan estricnina, prohibida desde 1994. En su lugar emplean insecticidas y pesticidas muy tóxicos como el aldicarb o los carbofuranos, los mismos utilizados en la agricultura sólo que en concentraciones altísimas. Los cebos son tan variados como peligrosos, pues se envenena todo tipo de alimentos, desde trozos de carne o despojos, hasta huevos, comida precocinada, embutidos e incluso tortilla de patata. De esta forma el riesgo no es tan sólo para la fauna, también lo es para nosotros.

Sí es verdad. El uso de venenos está tipificado como delito en el Código Penal vigente, pero las Administraciones no son todavía conscientes de la gravedad de un problema que, lejos de disminuir, va en preocupante aumento. Son muy pocos los envenenadores descubiertos y menos aún los condenados. También son muy escasos los cotos de caza cerrados por haber puesto veneno en sus terrenos. Envenenar sale prácticamente gratis, pues la impunidad da alas a los delincuentes ambientales para seguir cometiendo este tipo de fechorías.

Los pocos casos descubiertos y condenados son tan sólo la punta del iceberg de un problema de proporciones colosales. Dado que los expertos calculan que los animales intoxicados detectados representan entre un 5 y un 15% del total real, Ecologistas en Acción calcula que el número de animales protegidos muertos en España en los últimos 15 años es más de 70.000 y el número total de animales envenenados puede superar con facilidad los 200.000.

¿Seremos capaces de acabar alguna vez con el veneno? Lo conseguimos una vez, pero teníamos a Félix. Para lograrlo de nuevo nos haría falta recuperar ese espíritu suyo de intenso respeto al entorno, de amor a la Naturaleza, a toda ella. Y lo necesitamos cuanto antes. O acabaremos tan emponzoñados como nuestra fauna.

César-Javier Palacios
Fundación Félix Rodríguez de la Fuente

2 comentarios:

Ars Natura dijo...

El 28 de enero apareció muerta por envenenamiento un águila imperial y alguna rapaz más en Valladolid.

http://www.grefa.org/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=462&mode=thread&order=0&thold=0

Carlos dijo...

pobre del que pille yo poniendo veneno,se lo hago tragar

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