Ya no nos gustan. Durante cientos, miles de años, las palomas fueron símbolo de paz, de armonía, incluso de amor. Su llegada al Arca de Noé con una ramita de olivo significó la reconciliación de la humanidad con una naturaleza destructora. La huella de sus delicados dedos dentro de un círculo puso fin a muchas guerras. Pero eso era antes. Ahora nos molestan e incluso las odiamos. Son demasiadas, decimos. Ensucian. Sus ácidos excrementos destruyen el patrimonio arquitectónico. Son portadoras de enfermedades. Hacen ruido. “Ratas con alas”, las llamamos para justificar nuestro rechazo creciente. Y las exterminamos.
Es verdad que sus poblaciones urbanas se han disparado en las últimas décadas, pero la culpa es nuestra y sólo nuestra. Somos nosotros quienes las damos de comer en los parques, ajenos a los problemas que esta acción puede ocasionar. Y luego rechazamos por salvaje sus cacerías municipales con redes, porque lo son, pues todas las aves capturadas acabarán siendo sacrificadas.
Pero hay un método mucho más eficiente y ecológico de control de las poblaciones de palomas, tórtolas, cotorras o estorninos. Lo inventó Félix Rodríguez de la Fuente y consiste en soltar halcones peregrinos, sus tradicionales enemigos naturales. No sólo utilizar pájaros de cetrería, sino propiciar la instalación en las ciudades de parejas silvestres de esta extraordinaria rapaz. La técnica se llama “Hacking”, un método de introducción a la naturaleza de aves criadas en cautividad, a través de nidos artificiales y sin tener contacto con el criador. Aprovechando la filopatría de la especie, tendencia a criar en las mismas zonas donde nacieron, cuando los halcones alcancen la madurez sexual instalarán los nidos en las ciudades donde su instinto les asegura que nacieron ellas y, por lo tanto, son buenos para sacar adelante a una familia.
Así se está empezando a hacer en Madrid, Barcelona, Valencia o Guadalajara. Y los resultados son espectaculares. Nuestros nuevos vecinos hacen magníficamente bien su trabajo. Mantienen a raya a todas esas aves que tanto nos disgustan ahora, y encima nos deleitan con vuelos vertiginosos por entre los edificios. Pero además refuerzan la biodiversidad biológica de las ciudades, ayudando a la recuperación de una especie en peligro de extinción.
¿Se puede pedir más? Pues sí, sólo una cosa: dejar de alimentar a las palomas en los parques. O no habrá halcones suficientes para controlar su número y seguiremos necesitando a palomeros con redes para tratar de remediar nuestro mal dirigido amor a los animales.
7 jul 2010
9:08
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2 comentarios:
Es muy difícil convencer a la gente de que cuanto más comida pongas a las palomas (o a los gatos callejeros) más criarán y en peores condiciones de salud estarán.
Una de las barreras más difíciles de superar para conservar es la de la sensiblería. Aquí sí que se podría decir que "No eres parte de la solución, eres parte del problema"
Para conocer "esa capacidad innata de los halcones para controlar a las palomas", acabo de rescatar un capítulo de dibujos animados realizado por Félix Rodríguez de la Fuente en el que los más pequeñ@s podrán conocer -y así proteger- esta joya alada.
http://elamigodelosanimales1.blogspot.com/2010/07/los-halcones-dibujos-animados-de-felix.html
VIDEO en Youtube:
http://www.youtube.com/watch?v=fSv5zq4DUi0&feature=player_embedded
Un abrazo.
AL
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