Alababa Javier Sampedro los beneficios de los transgénicos en un artículo -EL PAÍS del 4 de julio- en el que daba la bienvenida al primer animal transgénico que llegará a nuestros platos, un salmón que crece el doble de rápido debido a la incorporación de dos piezas genéticas de otros seres vivos y que ya tiene su nombre comercial: salmón AquAdvantage, de los laboratorios AquaBounty Technologies.
Javier Sampedro, que es un excelente divulgador de la ciencia al que siempre es un placer leer por lo claro que expone los temas científicos, hablaba en el artículo sobre el engorro que supone el que las agencias europeas de seguridad alimentaria tengan que explicitar, en las etiquetas del producto en venta, que se trata de un alimento transgénico. Aducía para ello que el hecho de que un ser vivo lleve alguna pieza genética externa no implica que esta modificación esté presente en lo que uno se lleve a la boca. Y exponía el ejemplo de la carne de salmón. Ni la hormona de crecimiento ni el interruptor genético que la activa a bajas temperaturas están presentes en el resultado final que vemos en el plato. Por ello, la empresa creadora del salmón, en un alarde de cinismo, explica que el etiquetado informativo resultaría, en definitiva, “engañoso”.
En principio, resulta un tanto chocante que algunas empresas alimentarias se den tanta prisa en etiquetar a un producto como ‘bio’ o como ‘eco’, aun sabiendo que esa denominación conduce a equívocos y científicamente nada representa, a la vez que se muestran tan reacias para informar sobre la modificación genética que pueda existir en sus productos. Si son tan saludables, ¿no sería estupendo declararlo a los cuatro vientos? Explica Sampedro que esta actitud en buena parte se debe tanto a las campañas intoxicantes de “los ecologistas”, como a la ignorancia de la gente y el miedo popular a lo que no se entiende.
Para los que hemos estudiado algo de genética, que una serie de átomos perfectamente ordenados y orientados consigan transmitir información no deja de ser nunca algo fascinante y complejo de entender. Leyendo a Steven Pinker en su espléndido libro Cómo funciona la mente hace que sea aún más consciente de tal complejidad. No tiene ningún sentido apelar al desconocimiento o al miedo a lo que no se entiende para explicar el rechazo de la sociedad a los transgénicos. También es muy complejo de entender para el común de los mortales el electromagnetismo y no por ello la gente rechaza los teléfonos móviles o los ordenadores. Y, por último, decir que los ecologistas han realizado unas eficaces campañas confundiendo a la opinión pública es síntoma de que no sobran las explicaciones convincentes. ¡Qué bien que existan los ecologistas para echarles la culpa! Al menos ellos han planteado abiertamente a la sociedad la necesidad de reflexionar sobre un tema que nos concierne a todos.
El debate sobre los organismos transgénicos es bastante más que un asunto meramente científico. Toca de lleno la libertad de elección, el derecho a la discrepancia, el poder de las empresas multinacionales sobre la vida, el derecho al sano escepticismo por mucho que se nos hable desde sagrados púlpitos, el debate sobre la relación actual entre ciencia y empresa, y en definitiva, la libertad de elegir otro futuro diferente al que nos tratan de imponer.
5 comentarios:
Olé..
Juan Felipe Carrasco
y ole...pasion y objetividad a la par para una estupenda critica constructiva; muy bueno "el derecho al sano escepticismo", saber para decidir, preguntarse "la unica actitud lo bastante humilde como para ser digna de un universo que revela". En este mundo occidental en que podemos gozar de las bondades de la democracia, la informacion restringida o deformada que por intereses particulares o de grupos de poder no nos llega al ciudadano de a pie, creo es la mayor coartacion de libertad a que nos vemos sometidos. Y ni siquiera somos muchas veces conscientes.
Cuando se prefiere ocultar información en lugar de explicarla es que algo raro hay.
Qué bien se venden los de los transgénicos...
EXCELENTE BLOG, SALUDOS AFECTUOSOS DESDE SU BITACORA COLEGA.
NATURA - MEDIO AMBIENTAL
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